En las ediciones online e impresa del diario La Nación y en las revistas que edita el grupo, un alto porcentaje de trabajadores cobran salarios iguales o inferiores a la canasta básica. Otros apenas un poco por arriba. El promedio es de entre 60 y 80 mil pesos. Algunos trabajadores y trabajadoras con muchos años en la empresa o que pudieron acordar un sueldo mejor al ingresar, superan un poco estas cifras. Lo cierto es que en La Nación más del 60% no llega a percibir sueldos mayores a los 150 mil pesos bruto.
En el editorial de ayer titulado: “Una TV Pública anacrónica e insostenible”, siguiendo la línea de una serie de notas ya publicadas que indagan en las condiciones laborales de los medios públicos, La Nación argumenta que sueldos de 200 mil pesos son una desmesura. Más allá de posturas sobre el rol de los medios públicos, en las que se puede o no coincidir, como trabajadoras y trabajadores de este medio nos preocupan esta serie de notas que atacan las conquistas laborales y la gestión de los sindicatos que nos representan.
Las cifras que presentan tanto el editorial, como las notas que lo precedieron, no se ajustan a la realidad, ya que el 63.45% de las y los trabajadores de la TV Pública tienen ingresos menores a 200 mil pesos. De cualquier manera nos preguntamos ¿Qué tiene de malo que un trabajador sea bien remunerado por su tarea? ¿Qué tiene de malo que se le reconozcan las horas extras y otros pluses por servicios no contemplados en su categoría?
La respuesta está en el anteúltimo párrafo, cuando dice “…no es posible seguir aferrados a convenios laborales del año 1975…”, entonces queda claro que la nota justifica la política que la empresa lleva adelante hace años puertas adentro con sus propios trabajadores, que se basa en el desconocimiento de las leyes que regulan el trabajo en prensa. Una política que implementa reducción de la dotación y flexibilización de condiciones laborales (horarios extendidos, multiplicación de tareas, tercerización y pasantías que no lo son, contratos a termino para trabajadores/as que hacen tareas propias de una redacción), y una política salarial a la baja que pauperiza cada año más y más a las y los trabajadores. La difamación de quienes representan a los trabajadores busca minar la fortaleza de quienes resisten estas políticas.
La vara no es igual para unos y otros. Desde este mes se relanzó el canal LN+, con contratos que superan el millón de pesos mensual para las figuras de la pantalla chica. En su última charla por Meet, Francisco Seghezzo, Ceo de la empresa, informó que esta inversión, millonaria en dólares, sale de los bolsillos de los propietarios de la empresa, negando rotundamente la participación de inversores externos. Las y los trabajadores de La Nación nos preguntamos ¿cómo puede haber tanto dinero para unos pocos mientras resulta tan difícil conseguir que los básicos de La Nación superen la línea de pobreza? ¿Cómo puede ser que no se retribuya económicamente el enorme esfuerzo de sostener la producción de manera remota, cubriendo gastos que la empresa desconoce, poniendo incluso en muchos casos, equipos propios para asegurar que las ediciones sigan llegando a los lectores de la manera habitual?
En cambio, en este mes de marzo, cuando asoma un rebrote virulento de la Covid-19, la empresa requiere que quienes trabajan en la redacción, vuelvan al trabajo presencial en Vicente López, expondiéndonos al contagio. Esa es la manera en que reconocen la labor realizada durante 2020, con sueldos a la baja, multiplicando tareas y horarios sin reconocimiento económico, manteniendo planes de reducción de personal cuando está probado que la reducción la cubren los mismos trabajadores con mas y mas esfuerzo.
El problema no son los sueldos de los trabajadores y trabajadoras de la TV Pública, el problema son los sueldos y las condiciones de trabajo de las y los trabajadores de La Nación.
Esto es oficial o es cualquier cosa?
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