jueves, 24 de septiembre de 2015

Cuando el retiro no es voluntario

El miércoles 23 de este mes, la gerencia de Sistemas decidió desvincular a Enrique Poggi, un excelente empleado con muchos años de antigüedad y un gran compromiso con la empresa.

Sin embargo, parece que ya esas características carecen de valor. No representan ninguna cualidad a la hora de calificar para quedarse o irse.

Estamos en una etapa compleja donde las cosas no siempre son lo que parecen. Por otro lado, tenemos un proceso de cambios constantes en los cuales cuesta identificar los puntos de referencia. 

En este nuevo proceso de cambios en donde la empresa pide colaboración de todos nosotros, representa una parte importante la coherencia entre las palabras y los actos.

Esta Comisión ha manifestado siempre la apertura de diálogo sobre todas las situaciones que nos afectan en lo laboral, tanto individual como colectivo, en donde todos, incluidos los trabajadores, recorramos con confianza el camino hacia el futuro. En especial,  confianza en el diálogo y respeto por lo prometido y comprometido.

Es en este punto donde creemos que debemos prestar mucha atención. No es la primera vez que la empresa hace una cosa distinta a lo que promete.

El despido de Enrique Poggi se da en un marco de retiros y jubilaciones anticipadas donde la empresa se comprometió en reiteradas oportunidades ante esta Comisión Interna que no habría despidos y que los trabajadores eran libres de optar ente irse o quedarse. Como ven, esa confianza ha sido vulnerada.

Nos imaginamos que la empresa tendrá una respuesta para este despido. Seguramente tendrá muchos argumentos incomprobables. Lo único cierto es que el compañero no está, que la empresa sabia que el empleado despedido había sido condicionado para que tomara el retiro voluntario, que fue advertido de su despido y sin embargo, a pesar de su promesa, determina apoyar a la gerencia y cambiar el voto de confianza por algo incierto y preocupante.

Preguntamos:¿Cómo se puede confiar en aquel  que no mantiene su palabra?

Compartimos este interrogante con los trabajadores que ya llevan años en la empresa y también planteamos nuestra inquietud a los jóvenes que ingresan con sueños a cumplir, a quienes les resultará difícil comprender como es que una empresa prestigiosa como el diario La Nación incumple la palabra empeñada.

Esta es la realidad que vivimos los trabajadores del matutino centenario, la disociación entre el prestigio periodístico del medio que construimos día a día y el destrato al que se nos somete puertas adentro.

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Comisión Interna de Prensa diario La Nación

martes, 8 de septiembre de 2015

Para ponernos serios

El lunes 31 de agosto la empresa comunicó sintéticamente que por una cuestión de costos, el menú diario del comedor se vería afectado con la quita de la entrada.
Parecería un hecho menor, insignificante y hasta divertido si consideramos la versión oficial de una reducción de costos en el otorgamiento de la comida, a la cual todos tenemos derecho. 
Hoy en día nadie discute que este derecho forma parte de nuestro salario pese al esfuerzo de la dirección de la empresa de presentarlo como una concesión unilateral.
En muchas oportunidades aclaramos que el comedor fue un aumento salarial otorgado en especie en momentos en que resultaba imposible darlo en forma dineraria. De igual forma se consiguieron la prepaga y el cuartito.
Por que decimos divertido? Porque en momentos de situaciones preocupantes como son  los retiros voluntarios y las prejubilaciones, el sacar la entrada de la comida parecería un tema menor, casi un chiste.
Sin embargo, y poniéndonos serios, este hecho tiene otra lectura más ajustada a la realidad.
Si la empresa, con el argumento de sostener estos “beneficios sociales”,  empieza a modificar a la baja la calidad de los mismos, ¿no terminaría esfumándose lo conseguido en su oportunidad? Y acá volvemos a aclarar que no es un “beneficio social”, el comedor integra nuestro sueldo.
Si aceptamos esta imposición unilateral, cada vez que aumenten los costos y el tercero que brinda el servicio pida aumento por el servicio que brinda, ¿qué otra reducción impondrá la empresa? ¿el postre? Y en seguidas oportunidades… las ensaladas, opciones de platos… hasta desaparecer.
Si la empresa hoy paga , para poner un ejemplo, $100 pesos per capita y dentro de un año pretende pagar lo mismo, desconociendo los aumentos de costos interanuales, absorbiendo dichos aumentos con la merma de la calidad del servicio de comedor ¿no estaría reduciendo el salario final del trabajador ?
¿Y que impediría, de aceptarse esta practica, que este sistema se aplicase a otros beneficios ?
Compañeros, es momento de ponernos serios y ver mas allá de lo que hoy parece menor o intrascendente.
Defendamos lo que es nuestro por derecho, dejar pasar esta prepoteada de la empresa puede significar mayores perjuicios en el futuro.
Mejor temprano que tarde.

COMEDOR ES SALARIO